En su obra se dice que el diagnóstico de la crisis fue inadecuado porque la ruptura del orden económico internacional se interpretó como un simple problema financiero que se manejaba con medidas monetarias y lo que hemos visto es que tenemos una situación estructural que se alivió con las medidas financieras, pero no se resolvió en su origen.
Así, a menos de que la situación esté acompañada de una reducción del ahorro o si se quiere de un aumento en el consumo y de un fortalecimiento de las exportaciones y el comercio mundial, la economía –que en el momento de la publicación del libro reflejaba algunas mejorías– se vendría de nuevo abajo.
En síntesis, en el libro se sostiene que el diagnóstico es equivocado y que las políticas alivian la situación pero no constituyen una solución estructural. La recuperación del paciente es temporal y como consecuencia viene una recaída.
¿Hay solución?
La solución –continúa Sarmiento– es un cambio en el orden económico internacional que debe reducir el enorme déficit de cuenta corriente de Estados Unidos, los superávit en cuenta corriente de los países europeos y la erradicación de la especulación.
Es necesario cambiar las relaciones entre los países, lo cual es muy difícil de hacer por el bajo ahorro de los Estados Unidos, el elevado nivel de salarios y en cierta forma por la preferencia de los países emergentes tendiente a tener un alto superávit (que todos no pueden tener al tiempo), de manera que esa situación que se debió corregir no se resolvió en todas sus dimensiones.
Esto, para concluir que la causa de la crisis mundial sigue vigente a menos que se produzcan estos cambios, que, a propósito, no se introducen porque para Estados Unidos la única opción frente al decaimiento de los índices de actividad productiva es aumentar más el gasto público, es decir incrementar los estímulos fiscales, lo que evita que tengamos una nueva recesión, pero no que finalmente se entre en un problema de endeudamiento y de gran devaluación del dólar.
¿Qué puede pasar ahora?
Que la economía mundial entre en un estado de estancamiento, elevado desempleo, caídas y subidas de los precios de la bolsa, y crisis en algunos países (como sucedió en Grecia y como está ad portas de suceder en Portugal, España e Irlanda). La economía mundial queda expuesta a una gran inestabilidad con un elevado desempleo y bajo crecimiento.
Vale la pena mencionar que el Fondo Monetario, que fue muy optimista y que durante más de un año sostuvo que estábamos ante una recuperación sostenible, en este momento revisa las proyecciones y advierte sobre ‘síntomas negativos en Estados Unidos’ y el decaimiento al final del presente año.
En materia económica, el mundo sigue asediado por la falta de una teoría adecuada que explique los fenómenos, pues la que ha predominado no llevó a un diagnóstico claro, a tal punto que la solución se encontró en cierta manera por la vía del ensayo-error y resultó muy efectiva para detener la caída libre, pero ha sido insuficiente para encontrar una solución estructural a largo plazo.
Claudia Jazmín Flechas
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