En muchas
casas colombianas hay platos, jarrones, porta vasos o cofres decorados con la
técnica de Barniz de Pasto. Este es un oficio artesanal de origen prehispánico que
se ha realizado por maestros artesanos del sur del país durante más de 500
años.
Esta técnica
es única en el mundo, representativa de los departamentos de Nariño y Putumayo
y fue declarada en 2019 como Patrimonio Cultural Inmaterial de Colombia.
Reúne tres actividades tradicionales: la recolección de los brotes de mopa-mopa
(árbol), el torneado y talla de la madera, y el barnizado decorativo.
¿Por qué está en
peligro?
En 2020 la
UNESCO incluye al Barniz de Pasto en la Lista del Patrimonio Cultural
Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia, ya que se evidencia
una falta de transmisión de la técnica. Solo quedan diez recolectores de
mopa-mopa, nueve maestros carpinteros y treinta y seis barnizadores expertos.
Además, la recolección exige conocer a fondo los senderos de la selva, trepar
hábilmente los árboles de mopa-mopa, saber con certeza cuáles son los brotes
que se deben recolectar y la delicadeza de realizarlo sin dañar al árbol.
Los saberes
de esta práctica milenaria se suelen transmitir entre las familias de los
recolectores, carpinteros y maestros artesanos de manera oral, con la
observación y la práctica. La técnica corre el peligro de desaparecer debido a
los cambios ocasionados por el desarrollo y la globalización que ofrecen a los
jóvenes de la zona opciones de trabajo más rentables; la progresiva escasez de
mopa-mopa y madera debido a la deforestación y el cambio climático; el difícil
acceso a los lugares de recolección; y las condiciones precarias de trabajo en
los talleres instalados en los hogares de los artesanos.
Las técnicas asociadas a la recolección, el trabajo de la madera y el barnizado decorativo de Pasto constituyen un elemento de identidad para las comunidades de la zona, por lo que para ellos es importante preservar y proteger este saber. Es por esto que los maestros artesanos, como Oscar Granja del Taller La Granja, buscan “compartir el saber hacer en diferentes espacios, no solo en Pasto, pues es importante dar a conocer la técnica de diferentes formas para darle mayor valor”. Por eso busca ampliar los usos que se le ha dado a la resina del mopa-mopa en otras áreas cómo: la iluminación, la música, la joyería, etc.
¿Qué se está
haciendo para conservarla?
Con la idea
en mente de compartir con la humanidad sus conocimientos, salvaguardarlos y
hacer partícipes a todos los colombianos de este patrimonio cultural
inmaterial; los talleres artesanos de la ciudad de Pasto han unido fuerzas
junto a las universidades Politécnico Grancolombiano y la Universidad de Nariño
para divulgar este saber ancestral junto a la academia, con proyectos de
investigación, talleres, semilleros de investigación y ponencias en diferentes
áreas del conocimiento. Esto con el fin de lograr una apropiación cultural y
teórica y, por consiguiente, salvaguardar la técnica para las generaciones
futuras.
Desde el
Politécnico Grancolombiano se avanzó en el proyecto ‘Aproximación histórica a
una pieza colonial con mopa-mopa, legado y supervivencias’, en alianza
con el Museo Colonial de Bogotá. Partió del estudio de una pieza del
siglo XVIII: un escritorio de estrado, decorado con Barniz de Pasto, que
permitió reconocer una gran cantidad de técnicas asociadas.
Andrea Lorena Guerrero J. |
La
construcción de tejido comunitario ha sido clave para la conservación del
patrimonio. Como parte del proyecto de investigación, se han desarrollado
talleres que permiten la unión de los actores, de una comunidad disgregada por
sus condiciones sociales y que cuenta con grandes prevenciones. En los talleres
se procuró el trabajo en equipo y se involucraron aprendices, entre ellos
estudiantes de diseño gráfico del Politécnico Grancolombiano y de diseño
industrial de la Universidad de Nariño, que permiten diálogos para fortalecer
la comunidad.
¿Cómo se puede aportar?
Indudablemente,
la preservación de este patrimonio requiere esfuerzos de diferentes actores,
iniciando por las entidades estatales, las organizaciones de fomento, las
voluntades locales, los propios cultores de los oficios y la academia, para que
se pueda hacer un proceso de reconocimiento y de entender de qué se trata el
oficio; porque, aunque es un arte de origen precolombino, milenario, realmente
es conocido por muy pocos colombianos.
“Es
importante que se realicen estrategias de reconocimiento de todas las
instancias de la cadena productiva, puesto que inicia con los recolectores en
la zona selvática montañosa de Mocoa en el Putumayo y pasa por un camino que es
bastante peligroso hasta la ciudad de Pasto, que es transformado por los
barnizadores, gracias también a los soportes que brindan los artesanos de los
oficios de la madera. Entonces, sin el reconocimiento profundo de la cadena
productiva, es muy difícil generar unas propuestas viables de conservación,
promoción y preservación”, afirma la docente del Politécnico Grancolombiano.
Para la
investigadora, la tarea del gobierno es muy importante, ya que es el encargado
de viabilizar los recursos necesarios para ejecutar el plan especial de
salvaguardia en los sectores más sensibles necesarios y estratégicos de la
cadena productiva. Allí entra el papel de las instituciones de educación
superior, como responsables de hacer la investigación y un reconocimiento
legítimo de los aspectos teóricos, científicos, tecnológicos, de diseño,
artístico, cultural y social; investigaciones que deberían permitir hacer unos
marcos de proyectos y de planes estratégicos de los gobiernos. Pero, por
supuesto, la labor de la sociedad es clave, ya que se encarga de promover la
valoración de esas obras, la promoción de su compra y de su comercialización.
Fuente: Prensa
del Politécnico Grancolombiano.