En Colombia
el panorama indica que, durante el 2019, dos de cada cinco niños y niñas han sido víctimas de violencia en todos sus
aspectos. En el 2021 se presentaron 4.202 casos, para un aumento del 24 % respecto al año anterior.
Además, se dio un incremento del 10 % en homicidios de menores, llegando a 470
casos en lo corrido del año.
El Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) define la violencia como “toda acción,
omisión, abuso y uso de la fuerza o del poder que se expresa a través de la
violencia física, sexual y psicológica, así como el abandono, la alta
permanencia en calle, el trabajo infantil
y la explotación la cual se puede presentar en distintos ámbitos y ser
ejercida por parte de la comunidad, los padres, representantes legales, cuidadores
o cualquier otra persona produce daño y afecta la integridad personal, el
desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes, llegando incluso hasta
la muerte”.
Esto deja en
evidencia una problemática histórica, que tiene que ver principalmente con las
relaciones que tienen las familias, padres, madres y cuidadores con los hijos,
las cuales son normalmente de poder, a partir del castigo o ejercicio físico,
pero también psicológico, que están normalizadas o aceptadas en la sociedad,
sin importar el impacto y los efectos negativos que tiene el castigo en los
niños y niñas.
¿Cuáles son los impactos?
El niño se ve afectado desde el orden físico, como lesiones, hasta secuelas psicológicas. Algunos se sienten menospreciados o menos capaces cuando son cuestionados y criticados permanentemente, lo que conlleva a la baja autoestima. Esto a su vez genera condiciones grupales, comunitarias y sociales de desventaja al sentir miedo, temor, ira, rechazo y rencor que pueden manifestar en otros escenarios.
Desde hace
varios años, el Gobierno Nacional estableció la lucha contra la violencia hacia
la infancia y la adolescencia como una prioridad. Así nació la estrategia
nacional Crianza Amorosa + Juego, diseñada para generar una transformación
cultural de las prácticas de crianza basadas en las desigualdades, los actos
violentos y el castigo físico existentes en el país, por una crianza basada en
el amor, el respeto y el diálogo, permitiendo reducir en un 14.3 % la tasa de
violencia contra niñas, niños y adolescentes.
¿En qué consiste la estrategia?
La estrategia
tiene como objetivo fortalecer los entornos donde crecen y se desarrollan
niñas, niños y adolescentes para prevenir las violencias contra esta población,
mediante cuatro componentes principales: formación, participación de niñas,
niños y adolescentes, implementación de herramientas lúdico-pedagógicas y la
movilización social.
El Politécnico
Grancolombiano en conjunto con la Universidad Nacional y la Universidad de La
Sabana fueron las encargadas de revisar los resultados, realizar la evaluación
y medir el impacto de dicha estrategia patrocinada por el Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE), la Consejería
Presidencial para la Niñez y la Adolescencia y la Corporación Juego y Niñez.
Para ello, verificaron los documentos que se presentaron durante los años 2020,
2021 y 2022.
El docente, Jaime
Castro Martínez, director de Investigación y Laboratorio del Politécnico
Grancolombiano y coordinador del proceso de evaluación, explicó cómo cada uno
de los componentes tuvo un impacto distinto: “En temas de formación: el impacto
principal fue en los conocimientos de los padres, madres, cuidadores y
servidores públicos. En cuanto a participación, a los niños y adolescentes se
les permitió que hablarán desde su perspectiva para que así reconocieran sus
derechos y la importancia del juego como factor protector, lo que los llevó a
entender la diferencia entre qué es una crianza amorosa y qué no lo es. Para la
implementación de herramientas lúdico-pedagógicas se evidenció un efecto importante
en la relación entre padres, madres, cuidadores y niños, permitiendo que
hubiese mayor interacción, lo que a su vez transformó las formas de
comunicación y de comprensión. Por último, con relación a la movilización
social, se reconoció el impacto en cuanto a los escenarios de movilización y de
trabajo en los territorios para disminuir los indicadores de violencia en los
distintos municipios y departamentos donde se implementó la estrategia”.
¿Por qué a través del juego?
Jaime Castro Martínez |
¿En qué se ha avanzado?
Los avances
son notorios. La evaluación concluyó que esta tuvo apropiación territorial,
logrando instalarse en departamentos y municipios de todo el país, consiguiendo
que los niños, niñas y adolescentes y sus cuidadores, encontraron en la
estrategia un vehículo para construir entornos protectores. El 77% de las
niñas, niños y adolescentes indagados incluyeron otros elementos en sus
comprensiones sobre los conocimientos, prácticas y creencias acerca de la
crianza y el juego, a partir del uso de VillaJuego, lo que les permitió
proponer a las madres, padres y cuidadores nuevas maneras para relacionarse
ellas y ellos.
Pero, además,
las y los servidores públicos y las madres, padres y cuidadores, identificaron
que las violencias y el castigo físico, los tratos crueles, humillantes o
degradantes, están influenciados por sus imaginarios y creencias alrededor de
la crianza. Este aprendizaje les permitió comprender que existen otras maneras
de criar y acompañar a las niñas, niños y adolescentes desde el reconocimiento
de sus derechos y desde el respeto.
Para tener
éxito y lograr la transformación cultural que la estrategia propone, será clave
articular varios elementos, uno de ellos es la posibilidad de acercar a las
familias a procesos de trabajo territorial para que se capacitarán,
reconocieran los derechos para los niños y niñas, y adquirieran herramientas
para criar o establecer normas. También se abrieron otras formas de
participación y de interacción al interior de la familia, que permitió que los
niños tuvieran voz frente a la forma en las que deseaban ser criados y
cuidados. Esto fue posible especialmente gracias al juego, que se convirtió en
una herramienta importante para crear vínculos afectivos entre los padres,
madres y cuidadores con sus hijos.
“Aunque la
estrategia ha sido muy bien recibida en los territorios, se requiere ampliarla
especialmente en territorios rurales y rurales dispersos, ya que esta era una
solicitud que hacen los actores entrevistados en las diferentes comunidades,
quienes se dieron cuenta del contraste tan marcado que se genera en las
familias cuando se tienen herramientas y acompañamiento constante para lograr
cambiar o transformar sus imaginarios, creencias, prácticas asociadas con
relación a la crianza y al uso del castigo físico y la violencia como formas de
corrección de niños y niñas”, explica Martínez.
¿Cómo prevenir la violencia contra la niñez?
El docente
del Politécnico Grancolombiano se refirió a la prevención desde tres capas
que tiene la violencia:
La primera tiene que ver con el establecimiento del Gobierno y
depende de las condiciones sociales y del acompañamiento del Gobierno en las
regiones. En este sentido, la lucha contra la violencia implica un ejercicio
intersectorial de las distintas entidades que trabajan por el bienestar de las
comunidades.
La segunda capa requiere un trabajo puntual de las comunidades en
los territorios. Allí es importante el trabajo de los servidores públicos, como
la fuerza pública, pero también las otras organizaciones que están para
trabajar con las familias. Se requiere un trabajo articulado de estos actores
sociales y locales.
La tercera tiene que ver con los cambios imaginarios con relación a
los efectos que tiene la violencia, es decir, entender que las formas de
castigo físico sí tienen un impacto en las condiciones de los niños,
especialmente impactos psicológicos. Pero también implica cambios en las
prácticas, empezar a ver las acciones familiares de manera distinta, con
acciones diferentes, en este caso basadas en el juego, que permiten también
dialogar, conversar, interactuar, de una forma un poco más relajada, más
amable.
“Tendemos a creer que, como en mi historia de vida a mí me golpearon o fui maltratado y no me pasó nada, tratamos de replicar esa idea, cuando no es así y en realidad sí nos pasó algo justamente con relación al castigo físico y la violencia que ejercieron sobre mí”, concluyó el docente.
Estas y otras conclusiones fueron entregadas por el equipo evaluador en dos documentos. El primero es un informe técnico para el nuevo gobierno y especialmente a la primera dama, con una serie de recomendaciones para que la estrategia continúe y que se robustezca. El segundo se entregó a las familias y al territorio para que conozcan la estrategia y los impactos identificados, con el fin de que continúen en un proceso de reflexión sobre los aprendizajes, y en un proceso de diálogo sobre los cambios y transformaciones que pueden realizar sobre las prácticas, conocimientos y creencias que tienen sobre la crianza.
Fuente: Laura Ximena OrjuelaJefe de Prensa
Ajuste de contenido y diagramación: bersoahoy.co
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