El hijo que el Che Guevara no
pudo salvar
(Tomado de Globedia)
25/06/2012 4:04:34
Por Mercedes Rodríguez García
Quienes vieron al médico
Ernesto Guevara en denodada lucha por contener la hemorragia que extinguía la
vida de su colaborador guerrillero, se refieren a Tuma como «el hijo del Che»,
epíteto que validó el propio Guerrillero Heroico, cuando el 26 de junio de 1967
dejó constancia en su Diario de lo significó para él la pérdida de Carlos
Coello Coello.
« [...] Con él se me fue un
compañero inseparable de todos los últimos años, de una fidelidad a toda
prueba y cuya ausencia siento desde ahora casi como la de un hijo».
Y como un padre Che asumió la
encomienda post morten del «inefable Tumaini», referenciándola como sigue:
«Al caer pidió que se me
entregara el reloj, y como no lo hicieron para atenderlo, se lo quitó y se lo
dio a Arturo. Ese gesto revela la voluntad de que fuera entregado al hijo que
no conoció, como había hecho yo con los relojes de los compañeros muertos
anteriormente. Lo llevaré toda la guerra».
Aquel fue el cuarto «Día
negro» de los cinco que así califica en su Diario. Che pasaría todo el tiempo
junto al cuerpo del compañero muerto, hasta que al día siguiente cargaron el
cadáver en un animal para dar cumplimiento a «la penosa tarea de enterrar
malamente a Tuma», tan malamente que los animales desenterraron sus restos.
Augusto, uno de los Fenelón
Coca, en cuya casa fue operado Tuma, no olvida aquella fría noche de velorio,
en que el Che, sin hablar, mantenía sus ojos fijos en la lumbre, «toda la noche
junto al fuego sin echarse a dormir», contaría años después a los
investigadores Adys Cupull y Froilán González.
A Tuma lo hirieron en una
emboscada. Inti Peredo narró así la celada: « [...] Estábamos acampados en
Piray, en las faldas del río Durán. Che había ordenado una emboscada [...]
Alrededor de las cuatro y media de la tarde, envió de relevo a Pombo, Arturo,
Antonio, Ñato y Tuma, con el objeto de que descansaran Miguel y la gente de
vanguardia. En los momentos de llegar se sintió un fuerte tiroteo. Tendidos en
la arena había 4 soldados, aunque no todos estaban muertos. El ejército estaba
desplegado al otro lado del río totalmente seco, ocupando buenas posiciones.
Che llegó a ocupar su posición de combate [...]»
Tres días después, el 29 Che
precisó en su Diario: « [...] di orden de retirada, ya que llevábamos las de
perder en esas condiciones. La retirada se demoró y llegó la noticia de dos
heridos: Pombo, en una pierna y Tuma en el vientre. [...] La herida de Pombo es
superficial y sólo traerá dolores de cabeza su falta de movilidad, la de Tuma
le había destrozado el hígado y producido perforaciones intestinales; murió en
la operación. [...]».
En una ocasión el hoy general
retirado Harry Villegas (Pombo) rememoró aquel capítulo de la guerrilla
boliviana.
«A la salida del camino vimos
al Médico, quien nos informó que Tuma había sido herido en el vientre en el
momento que le gritaba: “Muganga, cuídate que esto está que jode”. [...] La
herida era muy [...] todo fue en vano. Ese fue un día de dolor intenso para el
grupo, se perdía un compañero que supo ganarse el cariño de todos con su
alegría y nobleza».
Tuma Había recibido la misión
de cuidar de la vida del Che en todo momento, por eso llegó a Bolivia tres
meses antes que su jefe. Además de la reciente experiencia de la guerrillera en
el Congo (1965), el acumulaba el insustituible fogueo de las acciones libradas
junto al ejército rebelde ejército rebelde desde del Oriente a Las Villas: San
Lorenzo, Providencia, las Vegas de Jibacoa, Las Mercedes, Cuatro Compañeros,
Cabaiguán, La Federal, Güinía de Miranda...
Por su valor y fidelidad a
toda prueba, luego del triunfo de la Revolución, Tuma formó parte de la escolta
del comandante Guevara, bajo las órdenes de Harry Villegas. Mas, a pesar de los
méritos acumulados, el Che no ascendió al soldado Carlos Coello Coello, «hasta
que aprendió a leer, y entonces lo hizo sargento», como confirmara Pombo
durante un conversatorio.
Al partir hacia Bolivia en
Cuba quedó Esmérida Ferrer, la esposa con quien Tuma solo pudo compartir cinco
meses de unión matrimonial que fructificaron en su único hijo. No lo conoció.
Le pusieron Carlos como primer nombre, y de segundo, Tuma, que en swahili se
escribe «tumaini» y significa «esperanza».
Al morir combatiendo, en la
zona de Piray, cerca de Florida, departamento Santa Cruz, Tuma apenas había
vivido 27 años.
En junio de 1996 un equipo de
científicos cubanos halló sus restos.
El 17 de octubre de 1997 Villa
Clara les rindió honras fúnebres y acompañó sus huesos hasta el Memorial
Ernesto Guevara. Allí, descasan definitivamente. O mejor, permanecen alertas,
avizores.
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